Este fin de semana nos liamos la manta a la cabeza y dejamos las rutas por nuestros territorios más cercanos, para afrontar la subida a un alto mítico del ciclismo, los Lagos de Covadonga. Mítico no sólo por la dureza y las gestas que ciclistas de renombre han realizado para conquistar su cima, sino también por el entorno que lo rodea. Un lugar de alto valor natural, histórico y religioso. Si hay quien dice que todo asturiano debe ir alguna vez en su vida a Covadonga, todo amante del ciclismo y más si lo practica, aunque sea a nivel globero, como nosotros, debe intentar la subida a esta cima.
Hay que decir que afrontamos la subida con mucho respeto y por qué no decirlo con algo de miedo, pero el afán por conseguir coronar, hizo que con mucho esfuerzo llegásemos a la cima y disfrutásemos de las maravillosas vistas de los lagos Enol y Ercina, del macizo de Picos de Europa, etc... Para ir haciéndoos una idea, antes de seguir con el artículo, os pasamos el track de la ruta.
Salimos de Luanco en dirección a Arriondas, desde donde vamos a empezar nuestra ruta. Queríamos rodar un poco antes de afrontar la subida. El tramo de Arriondas a Covadonga se nos hace rapidísimo, carretera buena, aunque más estrecha según nos vamos acercando al santuario. Creo que las ganas de afrontar las primeras rampas nos hizo ir más rápido de lo que debíamos. Nada más desviarnos hacia el santuario y la subida a los lagos, vamos viendo la basílica, en lo alto a nuestra derecha, dejando ver que ya desde aquí los desniveles son importantes. Una vez llegados a la rotonda que nos va a llevar hasta arriba, empezamos directamente, lo que va a ser una subida apenas sin descanso hasta los últimos km. Los primeros km, que discurren a la sombra, en mañanas frías de otoño se pueden hacer duros especialmente para aquellos que el frio no les viene nada bien, como me ocurrió a mi, que estuve a punto de dar la vuelta. Una vez pasados estos primeros km y que salimos de la zona boscosa, el sol empezó a pegar y ya con unos km encima la subida se empieza a hacer más cómoda, hasta que llegamos a la huesera. Un auténtico muro que si en la pantalla de la tele asusta, en bicicleta mucho más. Un tramo que se hace interminable y en el que alguno de nosotros tuvo que echar pie a tierra, a pesar de los ánimos y los toques de claxon de los coches que subían. Una vez superada la huesera, la bajada de desniveles hace que la subida parezca más asequible, pero aun así nos queda algún repecho duro de narices. Llegamos al Mirador de la Reina, donde teníamos planeado parar a sacar unas fotos, la realidad es que nos desviamos, vimos el paisaje (gracias al día despejado se veía hasta la costa asturiana) y casi sin bajarnos de la bici seguimos, enganchándonos a rueda de una pareja de ciclistas, a los que acompañamos ya hasta el final. Unos cuantos repechos más y llegamos al primero de los descansos donde también aparece el viento, fuerte y frio, que nos acompañará ya hasta el final. Llegamos al primero de los lagos sabiendo que el objetivo estaba conseguido y que sólo nos quedaba un pequeño esfuerzo para coronar. Aprovechamos para pedir al Principado que reparen el tramo de carretera que une el primer lago con el segundo. Si bien es cierto que toda la subida está en muy buenas condiciones, este tramo está lamentable y no sólo para las bicis.
Una vez allí, sacar unas fotos (las cuales nos sacaron unos vecinos de Luanco que estaban por allí), comer algo, abrigarse y bajar.
Hay que decir que la bajada se nos hizo más cómoda de lo esperado, una vez pasado el tramo de viento, el sol calentaba con fuerza y apenas pasamos frio. Ojo que los tramos que son descanso de la que subimos, al bajar son unos repechos guapos que con viento se tornan durillos. Llegamos a Covadonga donde nos desviamos a la basílica para hacer la foto de rigor, y donde por motivos que casi no hay que explicar apenas había gente, unos cuantos ciclistas, una pareja de párrocos que andaba por allí y algún turista despistado al que le pedimos que nos sacase unas fotos. Rápidamente subimos a la bici y tiramos dirección Arriondas, a buena velocidad para llegar rápido al coche y también mejorar la media (jajaja) para cambiarnos, comer y volver a Luanco.
Y así fue nuestra subida a los Lagos de Covadonga, algo que como decíamos todo amante y practicante del ciclismo debe realizar, al menos una vez.... al año.
Salú y nos vemos en la carretera.